He aquí el primero de la serie de fragmentos del último trabajo del autor CARLOS DINEN, titulado MAHOMA Y EL CORÁN, esperemos lo disfruten y os haga reflexionar.
Al Plan Judeo-Sionista de Conquista Mundial, le conviene la división interna del Islam, que éste se haga pedazos entre sí. Continuamente está inyectando veneno, conspirando, perturbando el medio ambiente con aire contaminado. Para combatir este plan interno, se requiere una purga de infiltrados y traidores. Urge derribar los jefes de estados árabes que trabajan como esclavos cobardes, víctimas de la corrupción, al servicio de Occidente. Otro tanto está ocurriendo en Europa Occidental. Dirigida por la política de judíos y cristianos, ésta se está jugando su existencia misma.
Las leyendas fundamentales que aparecen en los cinco libros que integran la Biblia Hebrea o Tora, Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio, han sido copiadas de los libros de la India Antigua; la llamada Biblia Hebrea carece enteramente de originalidad; ésta no fue inspirada por Dios ni nada por el estilo; esto es pura propaganda del sionismo; las leyendas que aparecen en el libro Génesis, por ejemplo, la Creación del Universo, la Creación del Gran Misterio de la Vida, la Creación de Adán y Eva, el nacimiento del Mal, el origen del pecado original y el bautismo para borrarlo, el Diluvio Universal, el cuento del patriarca Abraham y de su hijo Isaac, etc., todas estas leyendas han sido copiadas de los libros de la India Antigua, que los sacerdotes (rabinos) judíos plagiaron, modificaron, falsificaron, borrando sus orígenes, a fin de atribuirse su autoría. Este plagio fue durante milenios un secreto celosamente guardado, hasta que el plagio fue descubierto y desenmascarado por investigadores franceses (Luís Jacolliut) y alemanes (Francisco Griese), que denunciaron públicamente esta gran estafa.
Según la Historia Sagrada del Cristianismo, ADÁN y EVA cometieron un grave delito, perpetraron el PECADO ORIGINAL, “manchando” con la culpa de ese pecado a toda la Humanidad. Habrían perpetrado el pecado más horrible: la desobediencia a Dios. A pesar que sólo se trata de un cuento sacerdotal sin un ápice de verdad histórica, millones de personas, crédulas e ingenuas, lo creen verdadero. Pero el cuentito fue pulido, perfeccionado, sofisticado. La mancha del pecado original, supuestamente, se habría extendido sobre toda la humanidad, y los teólogos judeocristianos de Roma inventaron el embuste que, para borrar la mancha del pecado original, era necesario aplicar un ritual sagrado, aplicar el Bautismo. El pecado original –dicen los citados teólogos- se borra con el santo bautismo, convirtiendo al purificado en cristiano. La mancha del pecado original se borra con agua, y mientras los hindúes tienen el río sagrado del Ganges, los cristianos judíos eligieron el Jordán, atribuyendo a estos dos ríos poderes mágicos. Lo que sorprende, es cómo la iglesia judeocristiana de Roma se vale de este cuento para engañar miserablemente a millones de personas.
El horripilante y terrible pecado original que cometieron Adán y Eva –explican los teólogos católicos- se transmite, como triste herencia, a todo el género humano; todos naceríamos manchados con ese pecado, llamado original. Inocentes criaturas, no obstante su indiscutible y hermosa inocencia, nacen manchadas, nacen en poder de las Tinieblas, en poder del Demonio. Así atemorizan a sus futuras víctimas…
De acuerdo al cuento original sacerdotal brahmánico, por privilegio especial de Brahma-Dios, la Virgen Devanaki, Madre del Redentor Iezeuz Crischna, fue preservada de la mancha del pecado original, y concibió al Hijo de Dios sin contacto con varón. Vischnú, la segunda persona de la Trinidad, iluminó a la Virgen Devanaki con su resplandor divino y la dejó embarazada del Hijo de Dios. Para borrar la mancha del pecado original, hace 7 mil años, el sacerdocio brahmánico imponía el bautismo de conversión al brahmanismo, la religión sagrada de la India antigua, Civilización anterior al Egipto Faraónico, Grecia y Roma. La misma leyenda de la Redención, copiada, se repite en Europa Occidental, en el Imperio Romano. El rabino hebreo Pablo funda en Roma el Cristianismo, basado en el Brahmanismo.
La iglesia judeocristiana de Roma copió todo el ritual brahmánico, y usó el ritual bautista como requisito obligado para convertir al cristianismo. Utilizó incluso el mismo lenguaje, los mismos argumentos para fabricar su propio negocio independiente y vivir del mismo. Por privilegio especial de Dios -dicen los teólogos católicos- fue preservada de la mancha del pecado original la Virgen María, Madre del Redentor Jesús apodado El Cristo, y por eso se llama Virgen Inmaculada, que concibió –según dicen los Evangelios- sin contacto con varón. El ángel Gabriel, enviado por Jehová, el Dios de Israel, le comunicó a María que sería la madre del Redentor de la Humanidad. La Virgen María, consternada con la noticia, entonces le dijo al ángel: “Cómo podrá ocurrir tal cosa, si yo soy virgen?” Contestó el ángel: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, y quedarás embarazada, por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios” (Lucas 1, 34). A pesar que sólo se trata de un cuento sacerdotal, de una invención de la imaginación sacerdotal, centenares de millones de mujeres, de toda Europa y América, se creen el cuento como algo real y, aterradas, para sacarse de encima el Mal, acuden al sacerdote cristiano para qué éste libre a sus criaturas recién nacidas de la mancha del pecado original.
Miles de millones de niños y de niñas, completamente inocentes, nacen manchados -para conveniencia de la iglesia judeocristiana de Roma- con el pecado original; esa iglesia, inculcando el terrorismo psicológico, el miedo irracional, logra captar prosélitos, logra convertir al cristianismo, a pesar que sólo se trata de un cuento sacerdotal, de una mentira. Pero, las madres que desean borrar de las criaturas recién nacidas la “mancha” del pecado original, éstas están obligadas a convertirlas al cristianismo, a ingresarlas a la iglesia judeocristiana de Roma, pues sólo ésta posee la facultad de borrar la mancha. Si la criatura recién nacida no es bautizada –amenazan los sacerdotes católicos- si ésta no es convertida al cristianismo, seguirá en poder del horrible pecado original, seguirá en poder de las tinieblas, del Mal, y así, sembrando el terror psicológico, el sacerdote judeocristiano mantiene la humanidad bien agarrada del pescuezo, bastándole dar algunos suaves apretoncitos. Otras iglesias evangélicas, en abierta competencia, Mormones, Testigos de Jehová, etc., violentamente judaizadas, dándose cuenta de la importancia del bautismo para atrapar incautos, han despojado a la iglesia judeocristiana de Roma del monopolio del bautismo, quitándole millones de prosélitos, mediante el mismo cuento.
RESUMEN.-Adán y Eva, la mancha del horripilante pecado original, la desobediencia a Dios, el bautismo para borrar tal mancha, etc., forman parte de un antiquísimo cuento sacerdotal brahmánico -5 mil años anterior al cristianismo- que no tiene un ápice de verdad histórica, pero que proporciona un suculento poder a quienes saben manejarlo. Adán y Eva, la caída en el pecado, la desobediencia a Dios, es un cuento falso. ¿Qué efecto podría producir un cuento falso, imaginario, un bautismo inventado para borrar la mancha de un pecado que jamás ocurrió en la vida real? ¿QUÉ PERSONA SERIA SE ATREVERÍA A ALEGAR QUE EL CUENTO DE ADÁN Y EVA OCURRIÓ EN LA VIDA REAL, Y QUE EL PECADO ORIGINAL TAMBIÉN SE COMETIÓ, Y QUE ÉSTE SE BORRA CON EL BAUTISMO? ¿CÓMO PODRÍAMOS CREER QUE EL ORIGEN DEL UNIVERSO Y LA EVOLUCIÓN HUMANA ESTÁN EXPLICADOS EN UN CUENTO SACERDOTAL, CONDIMENTADO CON UN POCO DE IDIOTISMO INFANTIL? ¿CÓMO PODRÍA SER BORRADO UN CUENTO CON UN BAUTISMO? Puras imaginaciones, pero imaginaciones que otorgan al sacerdocio judeocristiano de Roma gran poder sobre la gente, atemorizándola y sometiéndola al mismo tiempo al judaísmo. De eso se trata: obtener poder, y lo consiguen con mentiras, con astuta malignidad, pues sus efectos psicológicos, atemorizantes, son abrumadores, en especial entre la gente media idiota, inocentemente crédula. Ante la amenaza que, si los recién nacidos no se bautizan padecerán la condena eterna, el miedo más terrorífico domina a los padres de esas criaturas. Lo que pasa, es que la iglesia judeocristiana de Roma tiene tanto prestigio, conseguido a base de puras mentiras, que cuesta creer que ésta recurre a engaños tan miserables para obtener poderío sobre sus inocentes víctimas. Atribuirle un poder maléfico al supuesto pecado original que habrían perpetrado Adán y Eva en el Paraíso Terrenal, es una gran tontería. EL BAUTISMO NO PUEDE PRODUCIR NINGÚN EFECTO SOBRE UN PECADO INVENTADO EN UN CUENTO QUE JAMÁS OCURRIO. Sin embargo, los Evangelios amenazan: “El que crea y se bautice se salvará, el que se niegue a creer se condenará” (Marcos 16, 16). ¿De qué manera quien no se bautice se condenará? Dicen los Evangelios que quien no se bautiza o no es bautizado, “…será arrojado al horno ardiente. Allí no habrá más que llanto y rechinar de dientes” (Mateo 13, 42). El que muera sin bautismo se ira derechito al infierno. Esto es inculcar terrorismo puro, atemorizar deliberadamente, con pleno conocimiento de causa y efecto, amenazándolos con “…arrojarlos al infierno, donde los gusanos nunca mueren y el fuego jamás se apaga, pues el mismo fuego los conservará” (Marcos 9, 47). Así se “convirtieron” millones de hombres y de mujeres de raza no judía al cristianismo, inculcándoles el terror a la muerte, como si ésta fuera el castigo por desobedecer a Dios… El sacerdote está investigando continuamente cómo aumentar su poder. Los rabinos judíos que redactaron los Evangelios, ponen en boca de Jesús estas palabras: “He venido a traer fuego a la tierra y, ¡cuánto quisiera que ésta ya estuviera ardiendo! Pero también he de recibir el bautismo, ¡y qué angustia horrible siento mientras no lo haya recibido!” (Lucas 12, 49). El rabino judío, y su discípulo, el sacerdote no judío, astutos psicólogos, investigan las causas y efectos de su mentirilla. Estudian, con avezada malignidad, cómo convencer a sus futuras víctimas, haciéndoles creer que el bautismo, al convertirlos en “cristianos”, los salva del pecado original; los Evangelios cuentan: “Una vez bautizado, el rabino judío Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos y el Espíritu de Dios bajó en forma de paloma y se posó sobre él. Arriba de las nubes se oyó una voz celestial que decía: “Ése es mi Hijo, mí Amado, mí Elegido” (Mateo 3, 16). Así la iglesia judía entronizada en Roma ha engatusado durante milenios a millones de personas, contaminándolas con los males más terribles, la corrupción, la cobardía, la hipocresía, las peores vilezas internas…
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