Adolf Hitler pronuncio estas palabras en uno de sus tantos discursos dirigidos al pueblo alemán, las mismas fueron finalmente materializadas en la ley del 24 de noviembre de 1933 sobre la Protección de los animales (Tierscchutzgesetz).
La legislación fue fuertemente argumentada por sus redactores en la obra:"El derecho alemán de la protección de los animales".
El devastador liberalismo había diezmado ya los frondosos bosques europeos para caldear los hornos industriales, la protección del medio ambiente era algo imposible hasta ese entonces así lo explican en su obra los redactores de la ley tierscchutzgesetz Giese y Khlerl, en 1939 bajo el título: El derecho alemán de la protección de los animales. En trescientas páginas se agrupan disposiciones jurídicas relativas a la nueva legislación, así como una introducción que expone los motivos «filosóficos» y políticos de un proyecto cuya amplitud, en efecto, no tenía entonces parangón.
El 3 de julio de 1934, se promulga una ley que limita la caza (Das Reichsjagdgesetz), y más adelante, el 1 de julio de 1935, otra ley pionera de la ecología moderna que es la Ley sobre la Protección de la Naturaleza (Reichsnaturschutzgesetz).
Dichas legislaciones surgen todas por encargo de Hitler, quien tomaba muy enserio la ecología, además del Fhürer también numerosas asociaciones ecológicas de la época se plegaban a la idea. Las leyes llevan entre otros las de los ministros afectados a ellas: Göring, Gürtner, Darré, Frick y Rust, y asi tambíen la de otros fervientes ecologistas del III Reich como Fritz Todt, Alwin Seifert y Rudolf Hess
Lo anterior esta extraido de un fragmento de un libro de Luc Ferry (ex ministro de Educación francés) titulado: "La ecología nacionalsocialista: las legislaciones de noviembre de 1933, julio de 1934 y junio de 1935"
Antes del Reich pensadores románticos del siglo XIX, como Schelling, Schlegel y Novalis, combatian la idea fabril de la naturaleza como recurso (pasible de ser explotada y vaciada) con otro tipo de sensibilidad e imaginación técnica: la que proclamaba una suerte de matrimonio hombre-naturaleza con la armonía, la fertilidad, la mística, el amor a la “Tierra Original” o Urlandscahft.
Tomando esta inspiración encontramos a otro gran defensor y difusor de la ecología de Reich llamado Walther Schoenichen, quien se destaco como uno de los principales teóricos nacionalsocialistas de la protección del medio ambiente. Según sus palabras las legislaciones de 1933-1935 constituyen la culminación del movimiento romántico, «la ilustración perfecta de la idea popular del romanticismo» (die Darstellung del völkischromantischen Idee). Resulta significativo que, pese a su aversión por Estados Unidos, (una repugnancia que se conserva intacta entre muchos jóvenes ecologistas alemanes) Schoenichen acoge como un acontecimiento decisivo para el establecimiento de una relación correcta con la naturaleza la creación, a mediados del siglo pasado, de los Parques nacionales americanos. Destaca, con absoluta seriedad, que la propia expresión en sí constituye un feliz hallazgo, puesto que comporta por lo menos una palabra que va en la buena dirección.
Schoenichen cita con énfasis los textos de Wilhelm Heinrich Riehl que anuncian la crítica de las justificaciones utilitarias, por lo tanto antropocéntricas, que se suele dar de la ecología en una perspectiva “medioambientalista”: “El pueblo alemán tiene necesidad del bosque. Y aun en el caso de que ya no tuviéramos necesidad de la leña para calentar al hombre exterior... no por ello dejaría de resultar igual de necesario para calentar el hombre interior. Tenemos que proteger el bosque, no sólo para evitar que se enfríe la estufa en invierno, sino para que el pulso del pueblo siga latiendo caliente, alegre y vital, para que Alemania siga siendo alemana”. En buena lógica, esta deconstrucción de la primacía de los intereses individuales se cierra con una reivindicación clara e inequívoca del derecho de los árboles y de las rocas: “Durante siglos nos han ido hinchando la cabeza con la idea de que el progreso era defender el derecho de las tierras cultivadas. Pero hoy en día, es un progreso reivindicar los derechos de la naturaleza salvaje junto al de los campos. ¡Y no sólo los de los terrenos arbolados, sino también los de las dunas de arena, de las marismas, de las garrigas, de los arrecifes y de los glaciares!”.
Estas ideas están especialmente presentes en la ley más importante, la que se refiere a la protección del reino animal, “esa alma viva de la campiña”, según la formulación de Göring.
Los redactores principales, Giese y Kahler, expresan en la Tierschutzgesetz nacionalsocialista una idea fundamental opuesta a todas las legislaciones anteriores, extranjeras o no, dedicadas a la misma cuestión. Esta originalidad se debe a que, por primera vez en la historia, el animal está protegido como ser natural, por si mismo, y no en relación con los hombres.
Estas leyes se separan de las corrientes filosóficas de la época las cuales defendían a los animales desde una orientación humanista lo que seria indicar que la crueldad para los mismos no era vista desde el respeto por la integridad salvaje sino mas bien desde la ética del hombre y de su buen obrar lejos de la violencia para con los hombres y así también para con las bestias.
Tierschutzgesetz comparada con otras leyes que entran en vigor en los demás países de Europa a finales de los años veinte, se destaca por su voluntad expresa de acabar con el antropocentrismo en su concepción.
«... el pueblo alemán posee desde siempre un gran amor por los animales y siempre ha sido consciente de las elevadas obligaciones éticas que tenemos para con ellos. Aun así, sólo gracias a la Dirección Nacionalsocialista el deseo, compartido por círculos muy amplios, de una mejora de las disposiciones jurídicas respecto a la protección de los animales, el deseo de la promulgación de una ley específica que reconozca el derecho que poseen los animales en cuanto tales a ser protegidos por sí mismos (um ihrer selbst Willen) ha sido llevado a la práctica».
Es importante destacar que antes de esta nueva legislación, todas las demás legislaciones, (incluidas las alemanas anteriores al nacionalsocialismo), indicaban que para que la crueldad hacia los animales fuera castigada era necesario que fuera pública y dirigida contra animales domésticos. Por consiguiente, los textos jurídicos no constituían “una amenaza de castigo que sirviera para la protección de los animales en sí mismos con el fin de preservarlos por adelantado de los actos de crueldad y de los malos tratos”, sino que estaban dirigidos en realidad a «la protección de la sensibilidad humana frente al penoso sentimiento de tener que participar en una acción cruel en contra de los animales.
En el párrafo primero de la Tierschutzgesetz se remarca bien el alcance de la misma:
…vale para todos los animales. Por "animal", en el sentido que lo entiende la presente ley, se comprenderán todos los seres vivos designados como tales tanto por el lenguaje corriente como por las ciencias de la naturaleza. Así pues, desde el punto de vista penal, no se hará ninguna diferencia entre animales domésticos y otros tipos de animales, ni entre animales inferiores y superiores, como tampoco entre animales útiles y nocivos para el hombre....
El tema de la “caída”, y de la “decadencia” está omnipresente en estas leyes. A la naturaleza original y auténtica se opone la barbarie destructora inherente a la economía liberal moderna. Eso es lo que de entrada subraya, con términos significativos, el preámbulo de la Reichsnaturschutzgesetz del 26 de junio de 1935, retomando así la visión romántica de una historia en tres movimientos: edad de oro, caída y restauración:
“Hoy como antaño, la naturaleza, en los bosques y en los campos, es objeto del fervor nostálgico (Sehnsucht), de la alegría y asimismo el medio de regeneración del pueblo alemán”.
“Nuestra campiña nacional (heimatliche Landschaft) ha sido profundamente modificada en relación con las épocas originales, su flora ha sido alterada de múltiples maneras por la industria agrícola y forestal así como por la concentración parcelaria unilateral y el monocultivo de las coníferas. Al mismo tiempo que su hábitat natural iba reduciéndose, la fauna diversificada que vivificaba los bosques y los campos ha ido menguando”.
“Esta evolución se debía con frecuencia a necesidades económicas. Hoy en día, ha surgido una conciencia clara de los daños intelectuales, pero también económicos de semejante trastocamiento de la campiña alemana”.
“Antes, los emplazamientos de los "monumentos nacionales" nacidos con el cambio de siglo sólo podían dotarse de medidas de protección a medias porque no se contaba con las condiciones políticas e intelectuales (weltanchauliche Voraussetzungen) esenciales. Únicamente la metamorfosis del hombre alemán iba a poder crear las condiciones previas de una protección eficaz de la naturaleza”.
“El Gobierno alemán del Reich considera su deber garantizar a nuestros compatriotas, incluso a los más pobres, su parte de belleza natural alemana”. Así pues, ha promulgado la ley del Reich con el fin de proteger la naturaleza . ».
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