El desempleo, la pobreza, la miseria material y humana que genera una economía pobre y débil son un reflejo más de las mezquindades y desatinos de nuestro actual sistema; las liberalidades típicas de una democracia extienden su influencia a la economía, la cual mantiene aquel espíritu "liberal" y es la punta de lanza para la gran globalización mundial, liberalización de los mercados de valores, capitales y tránsito de personas son meros ejemplos de aquello. Lo cierto es, que si bien muchos dirán que el actual sistema económico es el "mal menor" frente al comunismo, es nuestro deber recordarles que podemos aspirar a mucho más de lo que nos ofrece el experimento de Milton Friedman; toda la pobreza e injusticia económica actual es una señal inequívoca que EL MERCADO FALLA, que el mercado mantenido por las democracias de los grandes banqueros y especuladores JAMÁS traerá el anhelado bienestar económico a nuestra población.
Como dijo el ministro de Hacienda del Reich, Conde Schwerin von Krosigk, en una conferencia pronunciada en el Club Industrial de Düsseldorf, en aquel tiempo no se podía esperar un surgimiento de la economía mundial, ya que tanto las tendencias económicas como las políticas no permitían vislumbrar la posibilidad de que se suprimieran en poco tiempo las trabas existentes. Tampoco se podía esperar que en la economía alemana se despertaran las energías de regeneración propia, o sea lo que se llama automatismo, y pasara del estado de anquilosis al de una nueva vida. Esto era imposible en la práctica porque la crisis había ya corroído muy profundamente el sistema económico nacional y además porque bajo las condiciones específicas de Alemania faltaban en absoluto las fuerzas de saneamiento propio en forma de créditos o capital, de los que disponían otros países.
No quedaba en consecuencia más remedio que la intervención activa del Estado, ni más camino que el de hacer que el Estado pusiera en la brecha lo único que le restaba: se crédito.
Ya en la primavera de 1933 existían las condiciones previas indispensables para la realización de esta política de crédito: la economía, porque el obstáculo de toda posible reacción económica, es decir las reparaciones, prácticamente había quedado eliminado desde el verano de 1932 y, además, porque la crisis había llegado a su nivel más bajo y parecía detenerse en él; la política, porque, con la toma del poder de Adolfo Hitler, surgió la confianza en un gobierno central, fuerte, autoritario y con miras de larga trascendencia. Así, a partir de la primavera de 1933, se inició el ataque concéntrico contra el paro forzoso, por medio de un plan uniforme.
Las medidas inmediatas más importantes fueron las siguientes:
Esta medida, que ya de antemano tenía señalado un plazo, ha sido completada por la nueva ley sobre el impuesto sobre las rentas del 16 de octubre de 1934. El suplemento determina que los desembolsos en las instalaciones industriales que tengan por objeto la inversión de capital y cuya duración normal de uso no pase de cinco años pueden ser deducidas totalmente de las ganancias en el año de su adquisición.
La concesión de estos préstamos ha conducido a resultados satisfactorios. Las máquinas se consideran como bienes económicos de capital fijo en la industria y en la agricultura. Por eso el movimiento de ventas en la industria de maquinaria se quintuplicó en el año de 1933, sobrepasando en más del doble el nivel de 1928, que fue el año de la coyuntura más elevada antes de la crisis mundial.
Con esta reforma se ha logrado un aumento de la producción agrícola. Las cargas contributivas de la agricultura, que en el año de 1935 al 1936 eran de 460 millones de marcos, quedaron a unos 100 millones menos del nivel de la crisis de los años de 1932-1933 y han alcanzado así el nivel más bajo desde la guerra mundial. Esto es un desarrollo contributivo extraordinariamente favorable para la agricultura si se tiene en cuenta que el producto de las ventas ha subido de 1932 a 1935 en unos 2.400 millones de marcos. Las reducciones inmediatas, concedidas en los impuestos, han beneficiado considerablemente los precios de los productos agrícolas.
Una medida eficaz ha sido también la reducción de la tasa para el subsidio a los obreros parados que importa unos 400 millones de marcos y que condujo a un aumento del poder adquisitivo del obrero. Hay que mencionar, además, la exención de impuestos a las pequeñas viviendas y hogares propios, la abolición del impuesto sobre los vinos espumosos y aguas minerales, la rebaja del impuesto sobre las transacciones para el comercio interior y al por mayor, y del impuesto sobre los alquileres.
Precisamente, por las mismas razones -añade la revista- es equivocado creer que Alemania pronto se verá obligada por motivos financieros a reducir sus gastos de rearme. Lo mismo que el Reichsbank, gracias a su dominio directorial en el mercado monetario y de capitales, puede impedir una inflación repentina, puede también asegurar la continua emisión de billetes con el fin de cancelar el déficit del presupuesto del Estado”.